La
adolescencia aparece tras la pubertad y suele tener una duración
máxima de dos o tres años. Esta etapa sumamente conflictiva para
los jóvenes y también, por efecto reciproco, para padres y
maestros. Son inevitables y frecuentes los problemas escolares, los
cambios profundos de carácter, la indolencia, la melancolía y
hasta, en determinados individuos y ocasiones, la crueldad y la
violencia.
- Las tensiones internas.
El
adolescente se halla mal preparado para resistir esta tensión, que
ocasionalmente se descarga a través de actitudes antes desconocidas.
Egoísmo, crueldad, suciedad, o dejadez.
- Disolución de la identidad infantil.
Los
niños y niñas que han crecido bajo un modelo educativo tan distante
de la rigidez como de una excesiva permisividad, les va a ser muy
útil ahora para superar la crisis de la adolescencia.
- Los conflictos familiares.
A
partir de estos momentos, y hasta que el adolescente haya dejado la
niñez definitivamente atrás y adquirido un concepto distinto de la
realidad, más adulto, las críticas dirigidas contra los
progenitores pueden ser poco menos que incesantes e inspiradas por
motivos muy diversos. Al principio son aspectos más superficiales de
la cotidianidad los que merecen su desaprobación, pero poco mas
tarde, a medida que van ampliando la comprensión del entorno social
y cultural que le es propio, no dejan de manifestarla ante cuestiones
más esenciales o profundas.
Los
primeros conflictos que vive el adolescente con sus familiares
afectan a aspectos familiares de la cotidianidad: la forma de vestir
y pensar de los padres, sus rutinas, sus costumbres, cuidado de la
ropa y la habitación, los horarios, las salidas, etc.
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